Había una vez, hace
muchos años, en un país muy lejano, llamado Hispania, un rey al que querían
mucho sus súbditos, porque durante mucho tiempo había protegido a su pueblo de
otros pueblos rivales con mucho valor y arrojo. Pero el Rey se sentía muy sólo
en palacio y se aburría. Y como le gustaba la caza de vez en cuando se escapaba a
otros pueblos amigos a la caza del mamut. Y así lo hizo, sin decírselo a nadie,
porque la caza del mamut estaba prohibida, pues estaban a punto de extinguirse.
A la Reina no le gustaba la caza, le
gustaban los animales, y además era vegetariana. El Rey que siempre había sido
muy deportista se sentía fuerte aunque ya tenia problemas de movilidad, en
medio de la noche salió de la habitación donde estaba al exterior y, no se sabe
como... tropezó y se rompió la cadera, lo trasladaron inmediatamente a Hispania,
con el consiguiente jaleo.
Se vio obligado a
pedir perdón.
Y ya nunca más volvió a
cazar mamut.