jueves, 16 de agosto de 2012

EL PONI






Cada día que salgo a pasear, lo veo, está ahí, en su corralito, tras la valla. Parece bien cuidado. Con su pelaje marrón y moteado de manchas blancas y sus ojos tan grandes, expresivos y llenos de vida y curiosidad. Una vez, cuando yo pasaba cerca de la valla  me vio venir, se acercó. No me atreví a  pararme, acariciarle. Es tan bonito. Me da penita verle siempre tan solo. Cuando lo veo de cerca, me quedo con las ganas de acariciarle, y decirle:
-hola guapo. Sabes, eres una de las razones de que me levante cada mañana temprano a pasear- con lo poco que me gusta madrugar. 

Pero cabalga, se libre.
Siente la libertad.
Cabalga con todas las fuerzas.
Que te permitan tus patas.
Siente el aire fresco sobre tu piel.
 Sin rumbo fijo.
Sin vallas que te limiten.
Que te coarten tu espacio.
Cabalga sobre verdes praderas.
Bosques y alamedas.
Y bebe agua de arroyos.
Que contiene agua cristalina y pura.
Cabalga, poni cabalga.
Y siente la libertad.

En la noche cuajada de estrellas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario