miércoles, 22 de agosto de 2012





LA RESIDENCIA







Angelita tiene 80 años. Es viuda desde hace 2. Vive sola y tiene problemas de movilidad. Por lo que  desde hace unas semanas, de acuerdo con su hija, ha decidido trasladarse a vivir a una residencia. Está contenta, se siente bien cuidada, y ya no se siente sola. Por las mañanas, hace junto con los demás usuarios,  ejercicios  con el fisioterapeuta. Y por la tarde, junto con la monitora, hace sus primeros progresos como una incipiente pintora al carboncillo.
Antonio es soltero tiene  82 años. Era albañil, hasta que todavía joven, tuvo un accidente en la obra donde trabajaba, y desde entonces no camina bien, y necesita la ayuda de muletas para desplazarse. Vivía con su hermana Aurelia  de 84 años, soltera como él. Ella siempre había sido modista, hasta que una artritis le impidió seguir con su trabajo. Como ya se hacían mayores y no podían  cuidarse por ellos mismos decidieron trasladarse a la residencia.
A Antonio lo que le gustaba, era jugar su partidita de dominó por la tarde.  Y a Aurelia lo que  estaba aprendiendo con la monitora, hacer puzles grandes de animales o paisajes, y luego una vez pegadas las piezas una a una, hacia cuadros que quedaban muy bonitos. Y de los que se sentía muy orgullosa
Angelita y Antonio , hacía unos días que se habían fijado el uno en la otra. En el comedor se echaban miraditas furtivas, y tímidas sonrisas .si se  sorprendían mirándose, se sonrojaban y apartaban la mirada. El caso es que poco a poco iniciaron una bonita amistad, y se hicieron inseparables. Iban agarrados de la mano a todas partes. Y se daban besitos llenos de ternura.

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