lunes, 19 de julio de 2010

CONTRA LA VIOLENCIA DE GENERO

  Paco estaba agrediendo nuevamente a su mujer,¿ Por qué habia sido esta vez? Ah si, la sopa estaba fría y eso era suficiente, esta vez esa era la excusa. Paco era el vecino perfecto, amable, servicial. En el trabajo era el mejor compañero, para sus suegros el mejor yerno, pero en casa se comportaba como un auténtico dictador.Apenas dejaba salir a su mujer de casa.
 
  Antonia , que así se llamaba, llevaba muchos años aguantando en silencio agresión tras agresión, humillacióbn tras humillación, no se atrevía a contralo a nadie, porque se sentía culpable, sentía, sentía que se lo merecía. Paco había conseguido que se sintiera anulada, que no valía nada, que no sabía hacer nada bien.

  Cada noche m cuando volvía su marido del bar, procuraba que los niños  estuvieran dormidos,
para que no vieran lo que temía que pasara, que volviera borracho y se pusiera violento, como así ocurrió. Llegó gritando, totalmente ebrio, y empezó a darle empujones y la  tiró al suelo.Se armó tal jaleo que Alberto, el niño mayor, se despertó y salio a ver qué estaba ocurriendo. No podía creer lo que estaba viendo.. Su papá estaba pegando a su mmá, bajó corriendo la escalera, para defender a su mamá, y se puso delante se su madre.

_ ¡ No pegues a mamá, dejala en paz!

   En ese momento Paco se sorprendió de que su hijo defendiera a su madre, y se disponía a pegar a Alberto. Le dio dos bofetadas a su hijo tan fuertes que lo tiró al suelo. En ese momento, Antonia se puso furiosa con Paco, todo ese odio que había acumulado durante tantos años salío hacia fuera, no podia permitir que también maltratara a su hijo. Se revolvió contra él y empezó a darle patadas y puñetazos en la cara mientras decía : ¡ Con mi hijo no, con mi hjio no te metas, no te lo permito !. Paco se sorprendió, y por primera vez , Antonia pudo ver en los ojos de su marido el miedo; en ese momento, se dio cuenta de que su marido era un cobarde  y que con sólo responder a la violencia se asustaba. Se le había caido la venda de los ojos.

  Levantó a su hijo del suelo, le lavó uno arañazos que tenía, y por primera vez en mucho tiempo hizo lo que tenía que hacer. Iba con paso firme a poner una denuncia a comisaría por ella y por su hijo. No estaba del todo convencida porque temía que se volvieran a repetir los malos tratos, pero no, estaba segura de que como todos los cobardes, no se atrevaría con ella.

  Por primera vez se sentia libre, fuerte, ya no aguantaría ni una sola agresión más, ni mucho menos a su hijo. Era mujer y nadie tenía derecho a sentirse superior a nadie. Empezaría a ser independiente y saldría adelante por ella misma. Se lo debia a sus hijos y nunca más dependería de nadie, ni económica ni emocionalmente.

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